“Un chef se convierte en artista cuando tiene cosas que decir a través de sus platos, como un pintor en su lienzo”, esta expresión del artista barcelonés, Joan Miró, la pone hoy en práctica Iván Andrés Garzón, creador de los diferentes menús que han convertido al Club Campestre de Bucaramanga en un referente de buen gusto.
“La cocina del Club Campestre es una de las más completas de la ciudad y me atrevería a decir que de toda la región, ya que cuenta con equipos de última generación que involucran diferentes áreas de procesos, permitiendo ofrecer un servicio oportuno a la mesa y manteniendo siempre nuestra calidad”, expresa el chef egresado de la Escuela Nacional de Hotelería del SENA.
Lo más difícil para él fue cambiar algunos platos tradicionales que mantuvo el Campestre, pero su propósito era claro: avanzar hacia una cocina moderna y agradable para los socios, así que se dedicó a implementar una verdadera cocina de autor con estilo propio.
La tarea involucró desde cambiar los acompañamientos y cortes, hasta la presentación de los platos. Para Iván, el éxito de todo este proceso radica en un buen liderazgo para alcanzar los mejores resultados, esto significa haber aprovechado la experiencia de los trabajadores antiguos con las cualidades de los nuevos colaboradores, conformando así un excelente equipo de trabajo.
Los resultados se han visto reflejados en las encuestas y sobre todo, en la gratitud de las personas al probar cada una de las delicias. Al respecto opina que la clave para lograr un plato delicioso es la imaginación y la buena actitud.
A raíz del crecimiento experimentado por el Club Campestre, cada uno de sus restaurantes ha creado su propio ambiente, por lo cual todos los menús se renuevan cada ocho meses. De todos ellos, le da especial importancia al Restaurante Caracolí, cuya carta es la más exigente por la predilección de los visitantes, la magia del ambiente y sobre todo el amor que imprimen en cada plato.
De sus creaciones destaca los rollos de salmón envueltos en tocineta bañados en salsa a base de panela, soja y limonaria, acompañados con tallarines de espinaca. Otro destacado es la cazuela de mariscos “Nuevo México”.
Como buen bogotano extraña siempre el ajiaco santafereño, la sobrebarriga al horno, el puchero, y otras delicias familiares como los pepinos rellenos que aún le prepara su mamá.
Fuera de la cocina acostumbra caminar por diferentes rutas de montaña, ya que es un gran admirador de los paisajes santandereanos. Admite que cocina en casa para relajarse y aunque le atrae mucho la comida italiana, también disfruta inmensamente un buen calentao de arroz con huevo y plátano maduro.
Después de tantos años dedicado a satisfacer los paladares, espera algún día aprovechar al máximo los espacios familiares que ha sacrificado fruto de su entrega al trabajo, así como también, poder compartir su conocimiento como asesor de nuevos proyectos gastronómicos, ya que la cocina es y será siempre su pasión.