Durante mucho tiempo, se daba por sentado que la clave para consolidar los recuerdos era el descanso nocturno. Ahora ya sabemos que también los pequeños descansos diurnos optimizan la retención de datos e información.
Si deseas mejorar tu memoria debes profundizar un poco más en el mundo de la neurociencia, ya que conocer cómo funciona tu cerebro te permitirá alcanzar todo tu potencial y, lo que es más importante, vivir mejor.
Según la neurociencia, hay regiones cerebrales que necesitan de tu ayuda para llevar a cabo tareas tan básicas como recordar el nombre de una persona o lo que hiciste ayer, debido a que el cerebro tiene unos recursos energéticos más limitados de lo que piensas, se cansa rápido y tus niveles de atención empiezan a caer entre los 30 y los 45 minutos, al fin y al cabo, no somos máquinas, estamos hechos de células, conexiones nerviosas, tejidos, sangre y oxígeno.
Pero, más allá de las vitaminas y nutrientes para que tu cerebro funcione con normalidad debes tener en cuenta un pequeño detalle, los hábitos de vida juegan en nuestra contra pues somos seres adictos a Internet, a pasar la noche en vela estudiando un examen o revisar constantemente la pantalla del móvil, pues en esta era de hiperestimulación hemos olvidado cómo se descansa.
El secreto es realmente sencillo: hacer pausas para reiniciar tu mente. Es importante recalcar este matiz, porque según la neurociencia, la forma en que organizamos nuestras jornadas de trabajo o estudio no armoniza con el modo en que el cerebro aprende, memoriza o procesa la información.
Expertos en todo el mundo, entre ellos Michaela Dewar, investigadora de la Universidad de Edimburgo, han realizado estudios para comprender y mejorar los procesos de consolidación de la memoria, lo que descubrieron es que algo tan simple como realizar pequeños descansos en la actividad diaria de 10 a 15 minutos.
Pero ese descanso debe ser real, es decir, hay que irse a un espacio de luz tenue, tranquilo sin ninguna distracción alrededor. Esto incluye no tener el móvil cerca.
Recuerda que cuando nos sentimos cansados, inseguros o incluso desbordados de tiempo, nuestro cerebro recurre a una serie de atajos mentales que llevan a tomar decisiones que no siempre son las más acertadas.