SILVANA GONZÁLEZ SIERRA VOLVÍ A NACER - APRENDÍ A VIVIR
Soy Silvana González y tengo 42 años. Siempre me sentí bendecida por contar con una hermosa familia, un buen trabajo que me permitió realizarme en el área de la comunicación organizacional y, principalmente, por haber encontrado un hombre que me entregó todo su amor y a quien elegí como esposo para construir un hogar. Como muchas mujeres, al inicio de la vida profesional me sentía llena de energía y con muchos sueños por cumplir, pero lamentablemente, hace 14 años mi vida cambió. De repente, empecé a sentir un entumecimiento en mis piernas que no desaparecía, y lo que al principio parecía una molestia temporal se convirtió en algo mucho más preocupante.
Todos los logros que había construido, así como las ideas que tenía para desarrollar, empezaron a naufragar con la llegada de unos síntomas físicos absolutamente dolorosos y difíciles de describir, llenos de agonía. Mis piernas iban a un ritmo diferente de mi voluntad; mis días transcurrían entre caídas, dolores y calambres. Adicionalmente, empecé a experimentar una disminución en la visión. Sentía mucho pánico por los cambios que estaba experimentando. Pronto, la normalidad de mi vida quedó atrás. En ese momento, yo trabajaba en la Fundación Cardiovascular como jefe de prensa, una responsabilidad que me exigía trasladarme de un lugar a otro, hacer entrevistas o realizar notas, algo que se había convertido en una verdadera tortura para mí.
Entonces, decidimos consultar a 39 especialistas, entre ortopedistas, reumatólogos e inclusive psiquiatras, sin que algún dictamen arrojara resultados concretos; al contrario, aparentemente todo estaba bien con mi salud. Pero yo me seguía hundiendo en la desesperación, sintiéndome cada vez peor y con la ansiedad de encontrar por fin una explicación satisfactoria sobre el origen de aquellos síntomas.
Finalmente, después de dos años de recibir diversas opiniones, por medio de una resonancia magnética que duró cuatro horas, se determinó que padecía esclerosis múltiple, una enfermedad del sistema nervioso que afecta al cerebro y la médula espinal, generando vértigo, rigidez muscular e inestabilidad.
Ahí nació mi nueva vida. Empecé a resurgir nuevamente a través de terapias físicas que me permitieron manejar las limitaciones físicas y vencer el dolor, pero creo que lo más importante fue empezar a reconstruir el alma, porque realmente sentía que mi vida estaba hecha pedazos. Conocí a Dios en medio de la dificultad y él se convirtió en mi gran aliado para salir adelante. Por supuesto que tuve que renunciar a mi trabajo con mucha tristeza por dejar atrás una actividad que amaba, sin embargo, nunca dejé que eso me afectara y me dediqué a pensar en alternativas para ocuparme, así fue como incursioné en la bisutería creando un emprendimiento con mi mejor amiga, Eliana Tascón. Nuestra empresa se llama “Mundo Selvático” y elaboramos accesorios a partir de una técnica japonesa llamada Miyuki.
Como sentía la necesidad de escribir, decidí abrir un blog personal llamado “Esperanzas múltiples” como una forma de hacer catarsis frente a todo lo que había atravesado, pero también como una forma de comunicarme con mucha gente que padece esclerosis, brindándoles consejos y soporte desde mi propia experiencia.
La fuerza de voluntad es una herramienta imprescindible para comenzar otra vez, pero no es la única; por eso no dudo que la fe y el apoyo de todos mis seres queridos han sido mi fuerza para seguir adelante con entusiasmo. Por eso, vivo cada uno de mis días llena de ilusión. Ya no hago un inventario de lo que perdí; mejor pienso en todo lo que tengo y en todo lo que puedo recuperar. Entonces, mi motor es agradecer por cada cosa que puedo disfrutar: ver, oír, hablar, sentir, moverme y, por encima de todo, la vida misma.
Conocí a Dios en medio de la dificultad
y él se convirtió en mi gran aliado para
salir adelante. Por supuesto que tuve
que renunciar a mi trabajo con mucha
tristeza, sin embargo, nunca dejé que eso
me afectara y me dediqué a pensar en
alternativas para ocuparme”
Mi mamá es mi gran ejemplo; mi fuerza no viene de mí, viene de ella. Es una mujer admirable a quien he visto guerrear muchas batallas, tanto que mi situación se siente muy pequeña si me comparo con ella. Por otra parte, Mauricio, mi esposo, es la persona más incondicional que existe. Indudablemente, esta prueba lo ha hecho crecer como ser humano, lleno de amor, entrega y comprensión para acompañarme en todo momento.
Hoy mis días transcurren entre el diseño de accesorios y hacer ejercicio. La vida me puso un reto que hace rato dejó de ser difícil porque lo volví parte de lo que soy, por eso lo asumo y lo valoro. También he aprendido a valorar los pequeños detalles al máximo, antes vivía en “modo automático”, ahora soy una persona más abierta, me encanta saborear un café con calma, compartir con mis amigos o disfrutar del paisaje. Puedo decir que aprendí a vivir.