ILEANA BOADA HARKER EL NUEVO RETO DE UNA CAMPEONA
Desde niña, he jugado tenis a nivel de competencia en torneos nacionales, y esa pasión por competir la he mantenido hasta hoy, participando en torneos nacionales de mayores por equipos, representando al Club Campestre de Bucaramanga. Siempre me he caracterizado por ser una mujer muy activa y dinámica en mi ejercicio profesional como abogada y en muchos aspectos de mi vida. Pero todo eso cambió en noviembre de 2022, durante un torneo de tenis en Medellín. Mientras jugaba un partido decisivo, perdí el equilibrio con la mala fortuna de que la caída afectó considerablemente mi mano derecha. En ese momento, aunque experimentaba mucho dolor en la muñeca, supuse que era una tendinitis y que el dolor que sentía lo iba a superar con analgésicos.
Como la molestia continuaba, me tomaron varias imágenes que evidenciaron una rotura del ligamento escafolunar, siendo necesaria una cirugía para corregir el daño, la cual se realizó a comienzos de julio de 2023. Estaba muy animada con el procedimiento, pues sabía que pronto todo volvería a la normalidad en mis actividades cotidianas, pero especialmente, en mi intención de jugar tenis con la intensidad de siempre. Por supuesto, me advirtieron que era una cirugía dolorosa con una recuperación lenta que exigía, además, tener la mano inmovilizada. Ese sería el comienzo de mi drama, ya que con el paso del tiempo la anhelada recuperación nunca llegó y el dolor que experimentaba crecía cada día con mayor intensidad. Para describirlo en palabras, sentía como si un elefante me estuviera pisando la mano derecha.
Confieso que soporté aquel padecimiento con resignación y en silencio, pues no quería alarmar a nadie. Ahora sé que cometí el error de no revelarle a mi familia la gravedad de la situación, hasta que no pude más e ingresé a la clínica por urgencias. El diagnóstico fue contundente: había contraído el “estafilococo aureus”, una bacteria muy agresiva que amenazaba con extenderse hacia el brazo, por lo cual debí permanecer 42 días hospitalizada mientras los médicos hacían todo lo posible por salvar mi mano.
Se requirieron cinco intervenciones quirúrgicas, además de la práctica de pruebas y revisiones constantes, hasta que finalmente pudieron erradicar la infección.
“Perder gran parte de la movilidad de
mi mano derecha motivó muchas
limitaciones, pero decidí aceptarlo
manteniendo una buena actitud y con
la convicción de que volvería a jugar
tenis con mi mano izquierda”
La mala noticia fue que perdí varios huesos de la muñeca, entre ellos el semilunar, el escafoides y la cabeza del grande, todos ellos vitales para la función y la fuerza de la mano.
Permanecer tanto tiempo recluida fue muy frustrante, muchas veces lloré preguntándome por qué me había sucedido aquello, sintiéndome totalmente frustrada. Sin embargo, durante ese proceso aprendí que todo es cuestión de perspectiva, porque quejarse ante las situaciones adversas no sirve de nada. Puedo decir que sentirme acompañada de todas las personas que amo fue muy importante, así como también valoré la visita de muchos amigos que alegraron mis días y me dieron su voz de aliento.
Salir de mi zona de confort me permitió idear maneras creativas de afrontar aquel confinamiento. Me hice amiga cercana de las enfermeras y auxiliares que pasaban a saludarme cada vez que cambiaban de turno, al punto de que mi habitación se convirtió en una “cafetería improvisada”, donde compartíamos los tarros de rosquillas y galletas que yo había encargado especialmente para atenderlas. De esta manera, pude tener un ambiente más ameno que me permitió sentirme como en casa.
Perder gran parte de la movilidad de mi mano derecha motivó muchas limitaciones, pero decidí aceptarlo manteniendo una buena actitud y con la convicción de que volvería a jugar tenis con mi mano izquierda. En ese sentido, recuerdo las palabras de aliento de mi amiga, la tenista profesional Vicky Núñez, quien no dudó en brindarme su apoyo en el propósito de lograrlo.
Aprender a jugar con la mano opuesta requiere comenzar de cero, pero ahora entiendo que no se trata solo de desempeñarte bien en un partido, también cuenta todo lo que hayas construido alrededor de tu deporte favorito: los amigos y el compartir buenos momentos dentro y fuera de la cancha. Tampoco me di por vencida con mi mano derecha, es tanto mi deseo de progresar que solicité elevar la frecuencia de mis terapias, más allá de lo recomendable, así como también ingenié ejercicios con elementos pequeños como ganchos clip y ligas de caucho que me han ayudado para adquirir más movilidad y fuerza.
Toda mi vida entendí que el tenis es un deporte donde son más las derrotas que los triunfos, pero no hay que desfallecer, debes ir por el siguiente punto ya que el juego no termina hasta que ganas o pierdes la última bola. Ahora ha llegado el momento de demostrar que aprendí bien esa lección y que en este nuevo partido que me planteó el destino queda mucho por jugar, así sea a otro ritmo.
Pienso constantemente en mi esposo y mis hijos, en todo su amor y su apoyo infinito para seguir adelante en todos mis propósitos. Afrontar esta prueba me ha dado la oportunidad de enseñar con el ejemplo que la verdadera fuerza no reside solo en la habilidad natural que poseas, sino en la determinación de aprender y adaptarse para superar cualquier obstáculo.