La subgerente del Club Campestre de Bucaramanga, se retira para tomar un merecido descanso y emprender nuevos proyectos que diversifquen su vida.
Me atrevo a decir que la gran mayoría, por no decir que todos los socios del Campestre, conocen la excelente labor de esta gran mujer al frente de las relaciones públicas de la institución. En mi caso, siempre admiré su cercanía y calidez para ofrecer dentro de sus posibilidades una solución a todo aquel que requiriera su ayuda.
Elsita nació en San Gil, siendo la cuarta hija entre ocho hermanos. En 1978, sus padres decidieron radicarse en Bucaramanga buscando mejores oportunidades económicas, entonces, la joven estudiante de bachillerato decidió aprovechar su tiempo libre para a trabajar con el propósito de ayudar a su familia.
“Estudié en Bogotá en la comunidad de las Hermanas Vicentinas porque mi familia quería que fuera monja. Sentí que tenía la vocación, sin embargo las cosas no se dieron y vine a vivir con mis padres a Bucaramanga”.
En 1980, cuando aún estaba culminando sus estudios, por obra del destino conoció a la señora Teresa de Gómez, esposa del Dr. Pedro Gómez Sanmiguel. Fue esta pareja de socios quienes intercedieron ante la administración del Club para que pudiera trabajar en fines de semana y vacaciones. Inicialmente se vinculó en el área de servicios generales, luego tuvo la oportunidad de pasar por otras dependencias como contabilidad, cartera, tesorería, recursos humanos, asistente de gerencia hasta finalmente ocupar la subgerencia.
El trabajo bien realizado tiene su recompensa y esta santandereana demostró con creces que cualquiera puede alcanzar el éxito si se lo propone. Pero sin duda, fue su don de gentes y una formación integral lo que le abrió las puertas a su impecable carrera administrativa, sumado al apoyo de sus compañeros, los directivos y miembros de las diferentes juntas directivas. Con todas estas personas siente una inmensa gratitud, pues la ayudaron a formarse y crecer en distintos aspectos de su vida, por esta razón considera al Club como su segundo hogar.
Sin embargo, no ha sido un camino fácil. En todos estos años como integrante del equipo gerencial tuvo que aportar su conocimiento en momentos decisivos donde ha sido imprescindible su experiencia. Confiesa que la preparación de cada asamblea de accionistas -por ser el máximo órgano de dirección del Club- demanda una especial atención, sobre todo en algunos años que fueron relativamente difíciles. De su trabajo destaca la atención al socio donde cosechó agradables experiencias profesionales gracias a su estilo franco, pero cálido que la convirtieron en un referente. Esto le facilitó conocer tanto a los socios como a sus familias e identificarlas fácilmente por cuenta de su sorprendente memoria, por eso asegura que lo que más extrañará es el contacto con la gente.
Nuestra querida subgerente se jubila tras 42 años de servicio, pero se lleva los mejores recuerdos de todos y no duda en decir que gracias a su trabajo ha logrado muchas cosas para su familia. Está felizmente casada y tiene dos hijos profesionales que le han dado tres nietos. Seguramente esta nueva etapa de su vida le brindará el tiempo suficiente para estar con ellos y verlos crecer, pero también viajar y emprender algunos proyectos profesionales, pues sabe que aún tiene mucho talento por ofrecer.
“El Club es una gran escuela, ha sido un trampolín de progreso para todos, por eso pienso que lo más importante es hacer nuestro trabajo con el corazón, poniendo además mucha pasión en lo que hacemos”, comenta a manera de despedida a todos sus compañeros. Al mismo tiempo, a los socios les expresa su infinita gratitud, ya que la acogieron desde su adolescencia y se convirtieron en sus maestros de vida durante más de cuatro décadas de logros profesionales y realizaciones personales.