“Estamos vistiendo a un planeta herido y adolorido, con reciclaje, con legado, con maestría, con memoria. La moda tiene que ser una connotación política porque no podemos seguir creyendo que es un tema sutil”. Así abre la moderadora de este encuentro, Pilar Castaño, en la última charla programada por uno de los eventos que se encarga de reunir año tras año a conocedores del sistema moda. Su hija, María López Castaño es una de las invitadas, a su lado se encuentra la periodista Mónica Fonseca, quien es acompañada por la diseñadora Manuela Álvarez.
Los objetivos de sostenibilidad y la comparación entre la vestimenta de 1920 frente a la actual generaron una pregunta para el público, ¿la moda es un acto político?
El movimiento Pride fue uno de los ejemplos de Mónica, manifestando que gracias a la forma en la que implementaron prendas para expresar su identidad y descontento, la ropa se ha destacado como una herramienta de comunicación universal.
El punto de vista de Manuela tuvo lugar años atrás cuando estudiaba diseño de modas en Milán y sus notas comenzaron a reflejar la falta en el ADN de su marca, que no solo la conectaría con sus raíces, sino que la apartaría del estilo caribeño y crearía un nombre en representación de la zona andina que llevó finalmente a la marca homónima a trabajar de la mano con artesanos en Cundinamarca.
María comentó que “el 50% de las prendas que se compran hoy terminan en un botadero, la moda está generando el 10% de las emisiones de carbono del planeta y crear un kilo de camisetas blancas genera 23 kilos de emisiones de carbono. Estamos metiendo el petróleo en la moda con todos los elementos sintéticos”, esto, ante los cuestionamientos siguientes sobre los cambios responsables que debe tomar la industria respecto al consumo consciente.
“Con la moda podemos innovar. Uno puede amarla, pero también puede ser un ser humano pensante que cuando se va a comprar algo tiene una conversación. Demórense un ratico porque se lo van a poner, esto es importante”, agregó Mónica.
Las intervenciones finalizan haciendo énfasis en comunidades de mujeres cabeza de familia, ya que más del 70% de la industria textil es cocida, bordada, tejida y pedaleada por ellas. Por lo anterior, el modelo de negocio en MAZ, la firma de Manuela, trabaja con mujeres líderes en cada proyecto. Resaltando que entre más privilegios tiene cierto grupo de mujeres con ciertas características, la obligación de apoyar a esas figuras invisibilizadas es mayor. Abriendo así las puertas a distintas ideas que aporten un sello de sostenibilidad y derechos humanos.