Desde los campos hasta las manos expertas de los torcedores, nuestros tabacos son
un tributo al orgullo de ser santandereanos.
En Zapatoca (Santander), en el año 1870, se encendió la llama de una tradición tabacalera que perdura hasta nuestros días, cuando Agustín Correa inició la fabricación de cigarros cuyos productos se propagaron hacia otras regiones del Departamento. Este oficio tuvo continuidad por medio de sus hijos Guillermo, Hernando y José. En el año 1940, José Correa junto a su esposa Mercedes, creó su propia marca de cigarros en Piedecuesta, fomentando además el cultivo de tabacos de excelencia en los valles de Guatiguará y Girón. Gracias al legado de Don José Correa nace Colpuros una empresa productora de tabacos de exportación.
La historia de Colpuros se entrelaza con la vida misma de su fundador, Yorgan Correa, representante de la tercera generación familiar, quien desde muy joven aprendió de sus padres el respeto y el amor por este oficio centenario.
La gama de productos abarca desde el suave susurro de los puros tradicionales hasta la exquisita sofisticación de los puros premium, logrando una buena variedad que abarca 14 tamaños con al menos 45 diferentes presentaciones que satisfacen los gustos de los fumadores más exigentes.
“En Piedecuesta, el legado de
Don José sigue vivo, impregnando
el aire con el dulce aroma
de sus marcas insignes
Don José Correa y Mosqueteros”
“La mezcla única de tabacos de alta calidad garantiza que podamos ofrecer un cigarro hecho a mano de clase mundial, que satisface los gustos más exigentes”
El posicionamiento alcanzado por la marca en los mercados nacionales e internacionales radica en contar con una buena selección de materias primas para obtener mezclas excepcionales y sabores únicos. A ello se suma haber fusionado la maestría de los torcedores locales con las técnicas cubanas de elaboración, logrando así un producto superior. Sin embargo, en un mercado dominado por países como República Dominicana, Honduras Nicaragua y Cuba, Colpuros se erige como una alternativa de excelencia y autenticidad en Colombia.
En cada calada se despliega un mundo de matices y sensaciones en perfecta armonía. Es el eco de décadas de historia con la melodía del trabajo bien hecho.