En 1930 el sueño de un grupo de entusiastas del golf generó una gran institución social que hoy es ejemplo de progreso en Colombia.
Por: José Fernando Yepes Velásquez
“Los primeros golpes a una pelota de golf en esta ciudad se dieron en 1929, en un potrero aledaño a lo que hoy es la Avenida González Valencia”. Así lo relató para nosotros el distinguido socio del Club Sergio Arango Rodríguez, cuando lo entrevistamos para conocer algunos hechos curiosos sobre el nacimiento del Campestre (Amigos & Socios Edición 3, julio de 2008).
Según Arango Rodríguez, la providencia quiso que el ingeniero inglés Elmer A. Probst viniera a nuestro departamento para asesorar diferentes proyectos viales como alto empleado de la Winston Bros, compañía contratada por el gobierno nacional para construir la carretera entre Bucaramanga y Pamplona.
Gracias a su caballerosidad y simpatía, el extranjero se rodeó de un selecto grupo de hombres de empresas, y comerciantes quienes, en reuniones amenas, lo oían disertar sobre diferentes temas de la industria, las vías de comunicación y la minería.
Pero Mr. Probst se extrañaba de que sus amigos en los días de descanso no tuvieran un rato de esparcimiento deportivo y fue entonces cuando se le ocurrió hablar sobre el golf: más allá de la pura charla, insistió en mostrarles sus propias habilidades en este deporte, pues acostumbraba a viajar con sus palos; tal demostración tuvo lugar en tierras de Don Alejandro Puyana.
ANTES Y DESPUÉS
La antigua zona de piscinas dio paso a un complejo acuático que integra una terraza panorámica, zona de playa, foso de clavados y parque acuático infantil.
La experiencia no tardó en dar sus frutos pues el grupo de neófitos golfistas, consiguió el préstamo del lote para construir un pequeño campo de práctica. Pero unos meses después fue requerido para desarrollar un proyecto de vivienda, por lo que fue prioritario adquirir un terreno propio. Esta circunstancia dio origen a lo que se llamaría el Club Campestre de Bucaramanga.
Gracias al apoyo dado por Emilio Montoya Gaviria, gerente de la Compañía de Fomento de Santander -quien facilitó la adquisición de las tierras-, se conformó una junta encargada de dar vida al nuevo Club. La escritura de constitución, fechada el 11 de junio de 1930, fue inscrita ante el Notario Primero del Circuito de Bucaramanga, doctor Carlos Valencia Estrada, y lleva las firmas de Francisco Sorzano, Eduardo Rueda Rueda, Isaías Cepeda, Emilio Montoya, Enrique Paillié Arenas, Gabriel Silva Vargas, Jacobo A. Correa, Roberto Carreño, Estanislao Olarte S., Christian Clausen, José Lega, Alberto Mendoza, Ernesto Sanmiguel Navas, Antonio Chedraui, Luis Sánchez Puyana y, por supuesto, Elmer A. Probst; era justo que quien hizo el primer swing en estas tierras mereciera ser uno los fundadores del primer club de golf que tuvo la ciudad.
Comenzando la década de 1960, el crecimiento de Bucaramanga demandaba el uso de las tierras del campo de golf para dar paso a nuevos desarrollos residenciales y por este motivo fue necesario trasladar la sede a las afueras de la ciudad. Tras analizar varias opciones, se determinó adquirir
las 51 hectáreas de la hacienda Cañaverales a la Urbanizadora David Puyana. El novedoso proyecto del Club Campestre representó un verdadero hito arquitectónico por la variedad y calidad de los servicios para los socios, significando así más posibilidades de disfrutar el tiempo libre: el golf se podía practicar en un magnífico campo de 18 hoyos, también se incluyeron canchas de tenis en polvo de ladrillo, campo de fútbol, 3 piscinas intercomunicadas por puentes, parqueaderos y un majestuoso salón para fiestas que ha sido epicentro de grandes celebraciones sociales.
Cabe aquí resaltar la visión de la Junta Directiva de la época, presidida por Gustavo Liévano Fonseca, al incluir en el proyecto 12 habitaciones hoteleras; con ello, el Campestre acertó en complementar la experiencia del golf con la posibilidad de alojar a los visitantes en su propio hotel, una característica que lo hizo único frente a otros clubes del país.
En julio de 1963, una vez aprobado el diseño del campo de golf presentado por el ingeniero Jaime Sáenz Botero, la Junta Directiva contrató al norteamericano Mark Mahanann, afamado constructor de canchas de golf en la Florida. Paralelamente, se había convocado un concurso entre varias constructoras con el fin de elegir el mejor diseño para la sede social, siendo ganadora la propuesta del arquitecto antioqueño Elías Zapata Sierra, creador de la sublime obra que, en su momento, fue declarada “fuera de concurso” por la Sociedad Colombiana de Arquitectos.
ANTES Y DESPUÉS
El hall comedor siempre ha sido un lugar especial para reunirse. Desde allí se disfruta de una espectacular vista sobre las piscinas y el campo de golf.
ANTES Y DESPUÉS
El restaurante Caracolí presenta un espacio totalmente renovado que sorprende por sus detalles de buen gusto y por ofrecer una deliciosa cocina de autor.
ANTES Y DESPUÉS
El tradicional bar Don Ludo es ahora un espectacular Sport Bar donde se disfrutan los grandes eventos del mundo gracias a la tecnología digital 4k.
Para adelantar los trabajos de ingeniería fue designada la constructora Martínez Villalba, propiedad de los hermanos Auro y Octavio Martínez Villalba. El arquitecto Mario Pilonieta fue nombrado supervisor general. Después de un arduo trabajo, superando las dificultades propias de un proyecto de tal envergadura, las obras fueron cobrando forma a la vista de los socios que visitaban la sede cada domingo y encontraban cada vez un nuevo logro, un nuevo servicio y una nueva construcción. La culminación de los 18 hoyos del campo de golf a mediados de 1967 abrió las puertas a la llegada de competencias de mayor relevancia con la presencia de jugadores de gran prestigio. La nueva sede fue inaugurada oficialmente en 1968 con la realización de la Copa Colombia, el torneo más prestigioso del país.
En los años sucesivos se consolidaron las demás obras contempladas en el proyecto inicial, así como nuevos desarrollos surgidos de nuevas necesidades e iniciativas promovidas por los socios, siempre con el ánimo de mejorar la infraestructura existente.
Quienes hemos sido testigos de la evolución del Club, sabemos que dichos aportes han sido fundamentales para el progreso de una institución querida y respetada que se ha convertido en eje del desarrollo integral de su entorno, generando empleo directo e indirecto, propiciando el desarrollo urbanístico y posicionándose, además, como centro importante de consumo de bienes y servicios.
A lo largo de su historia, el Club Campestre ha contribuido al desarrollo regional, acogiendo torneos y acontecimientos de talla mundial. En sus salones y escenarios deportivos se han tomado decisiones cruciales del acontecer público y empresarial, siendo un espacio propicio para los negocios en torno a la cultura, la amistad
y el deporte.
ANTES Y DESPUÉS
Año 1964. El ingeniero Jaime Sáenz supervisa la construcción de la cancha de golf. Hoy es un hermoso par 72 catalogado como uno de los mejores de Colombia.
Haciendo un recuento de los proyectos que ha permitido el crecimiento de los servicios, destacamos la segunda fase de suites hoteleras, inaugurada en junio de 1974; las canchas de squash, construidas en 1991 y el estadio de tenis en 2004 que aumentó el número de canchas. Una decisión calificada como “muy acertada” fue la compra en el año 2005 de la finca Andalucía, vecina del Club y con acceso sobre el anillo vial metropolitano, donde posteriormente se construyó la academia de golf inaugurada en 2007.
Después vinieron las grandes obras iniciadas en 2008, que tuvieron como objetivo actualizar y mejorar importantes áreas operativas y de servicios para los socios. Gracias a dichos desarrollos que requirieron varios años de paciencia y sacrificio, hoy contamos con una sede social totalmente renovada con modernas zonas de procesos,
cocinas, restaurantes, bares, cafeterías, piscina panorámica, parque acuático, spa, peluquería, suites hoteleras de clase mundial y un gimnasio incomparable. Sabemos que vienen muchos más retos para una institución social que continúa su permanente crecimiento y desarrollo; también anticipamos que llegarán más éxitos, pues no cabe duda de que somos una comunidad de personas de las más disímiles características, pero unidos en el afecto.
Han pasado 95 años desde el día en que un pequeño grupo de entusiastas soñó con tener un lugar donde divertirse y disfrutar en familia su deporte favorito. Esta misma tenacidad que ha identificado a muchas generaciones de santandereanos generó una obra que hoy perdura exitosa en el tiempo: el Club Campestre de Bucaramanga.
ABIERTO GANADERO 1992
El Abierto Ganadero fue un evento muy recordado entre los golfistas por su ambiente especial. La grafica muestra los participantes de la quinta edición.
Primera fila sentados de izquierda a derecha: Jorge Ávila, Juan García, Tomás Vargas, Ignacio González, Alejandro Latorre, Gabriel Vivas, Alberto Alarcón, María Claudia de Sarmiento, Juan Carlos Domínguez, Jorge Dangond, Eduardo Camargo, Sergio Turbay, Mauricio Plata, Néstor Linares, Ma. Clemencia de Montoya, Cecilia de Alvernia, Jorge Mick, Luisa de Liévano, Alberto Montoya, Gustavo Montoya, César de Hart y Carlos Alberto Estrada.
Segunda fila de izquierda a derecha: Jorge Iván Domínguez, Luis González, Fernando García, Fernando Gutiérrez, Julián Turbay, Teresita de Gómez, Ma Victoria Cristancho, Isabel de Mosquera, Mariela de Durán, Berenice de Guerrero, Beatriz de Nassar, Amparo de Yepes, Yolanda de Duarte y Smith de Caballero.
Última fila de izquierda a derecha: Adolfo Becerra, Gerardo Serrano, Jorge Cote Jr, Mauricio Ribero, Roberto Pablo Janiot, Sergio Arango, Gustavo González, Ma. Claudia Villarreal, Francisco Paillie, Raúl Rueda, Iván Romero, Raúl Ribero, Tomás Gómez, Guillermo Montoya, José Gabriel Rincón, Álvaro Gómez, Marta Patiño, Juan Carlos Serrano, Fernando Duarte, Danilo Romero, Mauricio Moreno y Rodolfo Azuero.
EQUIPO DE TENIS 1990
El Club Campestre fue la sede del Abierto Internacional de Tenis.
El equipo del Club estuvo integrado por Guillermo Arenas, César Oyaga, Carolina Gómez, Iván Rojas y Humberto Becerra.
La misión, en realidad, fue “sencilla”, nos guiamos por los principios sobre los cuales se fundó la institución hace ya 95 años.
Así, el Club Campestre de Bucaramanga presenta una sutil renovación de su identidad visual: un refinamiento respetuoso de su diseño tradicional, optimizado ahora para una mayor legibilidad y coherencia con la estética contemporánea.
Aplicando los principios de la proporción áurea, se ajustaron armoniosamente los elementos gráficos, preservando la esencia histórica que nos define.
La tipografía evoluciona con naturalidad, logrando un equilibrio entre elegancia y modernidad, sin perder el carácter distintivo del Club. Esta actualización refleja nuestro compromiso con la excelencia: conservar lo mejor de nuestra tradición, mientras abrazamos el presente con sobriedad y la visión de una imagen moderna.
De esta manera, renovamos la identidad con el respeto que merece nuestra historia, dejando un precedente sólido para celebrar con orgullo esta fecha tan significativa.
Juan Guillermo Vargas Harker