Guillermo León Saldarriaga “Memo”

Maestro de maestros

En 1979 vino a Bucaramanga, proveniente de Medellín, un joven tenista que además de sus raquetas, traía las ilusiones y expectativas por consolidar su carrera como instructor. Sus habilidades para la enseñanza, particularmente en niños y jóvenes, lograron que muchas generaciones de jugadores santandereanos hoy agradezcan su paciencia y entrega en las canchas.

Fotografía y textos: José Fernando Yepes Velásquez

El profe Memo, como es conocido en el medio tenístico, se describe como alguien sencillo, honesto y franco, sin embargo, algo que caracteriza a este hombre nacido en Copacabana (Antioquia) es su férrea disciplina, una cualidad que le permitió alcanzar las metas que se impuso a sí mismo. Comenzó su carrera como recogebolas a los 10 años en el Club del Bosque, en Medellín, donde se formaron figuras del tenis colombiano como William Álvarez e Iván Molina. Recuerda con orgullo que el comité de tenis del club paisa costeó sus primeras clases con el profesor Ludwig Taborda, viendo el interés en progresar, su desempeño académico y –sobre todo– su disposición para aprender.

No se equivocaron. Pronto, Saldarriaga demostró su potencial con un buen nivel de juego caracterizado por atacar la malla y definir puntos con voleas ejecutadas con el drive de derecha –un golpe que se realiza sin que la bola toque el suelo-, lo cual le permitió ganar torneos en Medellín, Ibagué, Cali, Armenia, Pereira y Manizales. Su propósito se concentró entonces en competir, convertirse en profesional del tenis y compartir algún día sus conocimientos, un ideal que al cabo del tiempo le deparó un exitoso destino en tierras santandereanas, logrando finalizar su ciclo competitivo de forma satisfactoria y desempeñarse como instructor en varias instituciones.

En tierra santandereana
La idea de venir a Bucaramanga se dio por la recomendación de su hermano Óscar ‘mojao’ Saldarriaga, quien lo presentó ante el señor Mario Mutis para trabajar en el Club de Tenis del Parque de los Niños. Allí prestó sus servicios durante 6 años hasta que recibió la oferta de irse a trabajar a San Gil. De aquella etapa en la Perla del Fonce recuerda sus pequeños alumnos José Pablo Santamaría, Andrés Vanegas, Gabriel Salcedo y otro puñado de jóvenes a quienes entrenó en las canchas del Hotel Bella Isla.

Finalmente regresó a esta ciudad para vincularse al desaparecido Club de Tenis de la Puerta del Sol. Aquel escenario deportivo que por tres décadas existió junto al barrio Conucos, permanece en el recuerdo de Saldarriaga, allí enseñó con dedicación a sus alumnos y realizó una gran labor como dirigente y promotor del tenis. Lamentablemente a mediados de los 80 las canchas fueron demolidas para dar paso al gran intercambiador vial que hoy se alza en esa zona. Sin embargo, vale la pena reseñar su importancia para el tenis local; así como en las canchas del Parque de los Niños se promovía el “Torneo de la Raza”, la Puerta del Sol organizaba el “Torneo Sol Naciente”, ambas competencias fueron muy importantes por la convocatoria de jugadores de alto nivel.

“Para ganar el partido el jugador depende de sí mismo, en las ganas que tenga de jugar el partido y en la concentración con que se levante ese día para descifrar la clase de juego que le está enviando su rival y la clase de juego que tiene para contrarrestarlo”

Alumnos y amigos para siempre
En 1985, Guillermo León Saldarriaga ingresó a la academia de tenis del Club Campestre de Bucaramanga. Recuerda ese momento con gran emoción por varias razones, entre ellas, la posibilidad de trabajar en una institución social de gran prestigio, poder compartir con sus colegas y reencontrarse con varios de sus alumnos. En esta ocasión contó con el apoyo del médico pediatra Luis Villamizar, quien lo recomendó ante Ignacio Arroyave, director de la Academia, y la presidenta del Comité de Tenis Fanny de Carrizosa.
De este tiempo hasta hoy se han escrito muchas historias de triunfos y satisfacciones, pero también de derrotas y revanchas que le brindaron a Saldarriaga la experiencia para dirigir varios equipos santandereanos en competencias nacionales, motivar a los más pequeños y formar futuros talentos. En cada una de estas tareas cumplió satisfactoriamente, con base en un trabajo serio y organizado que le permitió dirigir jugadores de alto nivel. Sobre este aspecto comenta con orgullo: “el club ha tenido grandes representantes a los cuales tuve la oportunidad de entrenar como Yolanda Ardila, Adolfo y Humberto Becerra, Silvia León, Marta Garzón, Ileana Boada, Sergio Cadena, Fidel Vásquez y muchos otros”. Siempre tuvo presente el aprendizaje constante, la lectura técnica y la práctica física para mantenerse actualizado, éste interés lo motivó a participar en clínicas de tenis además de cursos ITF dictados por profesionales como Iván Molina y Uriel Oquendo.

Su vida en el Campestre transcurrió en medio de la camaradería y la amistad de toda la plantilla de profesores y auxiliares de la academia, pero también transcurrió en medio del cariño de padres y alumnos, a quienes más allá de las enseñanzas propias del deporte les impartió consejos de vida. Ciertamente, el profe Memo pasó por la vida de muchas personas dejando una huella imborrable, por eso no deja de agradecer la oportunidad que tuvo de inculcar el tenis a varias generaciones de familias. Sobre ello habla con orgullo: “Dios me dio la posibilidad de formar muchos niños a cuyos padres tuve la oportunidad de haberles enseñado, entonces es satisfactorio recibir nuevamente esa responsabilidad”.

Memo enseñó con el gusto de quienes aman su trabajo, teniendo presente que “la clave para triunfar en cualquier deporte está en la paciencia y la calma para alcanzar los resultados”, algo que siempre recalca, pues ante todo, el tenis es diversión.
Aprovechando nuestra entrevista le pregunto dónde se gana un partido. ¿Sabe dónde? –Me dice– “El partido se gana en el compromiso que tenga cada uno con el juego. El jugador depende de sí mismo, en las ganas que tenga de jugar el partido y en la concentración con que se levante ese día para descifrar la clase de juego que le está enviando su rival y la clase de juego que tiene para contrarrestarlo”.

Junto a Jaime Alberto García, juez del torneo del
Parque de los Ninos,donde resultó campeón

Luego de 35 años el profe Memo se retiró del Club Campestre con la satisfacción del deber cumplido, como debe ser, pero también con la nostalgia propia de quien consideró siempre esta institución como su segundo hogar. Deja buenos amigos y un gran ejemplo de trabajo para otros que desean seguir sus pasos. En este sentido, es bueno resaltar su contribución en la formación de algunos jugadores juveniles que más tarde convirtieron el tenis en su proyecto de vida y hoy en día son instructores, entre ellos, los hermanos Iván y Carlos Joya, Pedro Pablo Ruiz, Omar González, Mateo Ruiz, Raúl Rodríguez y Felipe Gómez.
Por eso, con justa razón, lo llaman “maestro de maestros”.