En el complejo mundo de la medicina donde la ciencia y la vocación de servir se entrelazan para aliviar el dolor, emerge la figura de Alejandro Latorre Parra, médico insigne y pionero de la linfología en el mundo.
Su legado trasciende los confines de su especialidad para perdurar en los corazones de sus colegas y sus pacientes a quienes llevó alivio y conocimiento para superar las dolencias.
La dedicación de Alejandro Latorre por su trabajo no solo le mereció el reconocimiento internacional, también inspiró a su nieto, Santiago Niño Latorre, a recibir su legado -de manera póstuma- el 8 de febrero de este año, con la distinción “Maestro en Cirugía Vascular” conferida por la Asociación Colombiana de Angiología y Cirugía Vascular, ASOVASCULAR, entidad que el año anterior también le otorgó el reconocimiento como “Maestro de la Linfología”.
Latorre fundó en Bucaramanga la Escuela Colombiana de Linfología, que es además la única del país, dedicada a formar especialistas bajo los elevados estándares que él mismo estableció. Por esta razón, su esposa María Teresa junto a sus hijas Ana María y Tatiana, decidieron continuar su proyecto.
Esta contribución, cimentada en los valores familiares, perpetúa su visión de la medicina a las nuevas generaciones inspirando no solo en la ciencia que tanto amó, sino también en el enfoque humano que caracterizó su práctica, enriquecida por su carisma, entereza y generosidad.
Con este sentido homenaje ASOVASCULAR anunció la creación de las “Jornadas de Actualización Linfática Alejandro Latorre” en el marco de los congresos nacionales de la sociedad, como un reconocimiento a su trayectoria profesional.